enero 22, 2006

Comentario sobre el cuento que estoy relatando.

Ángeles, un detective y ella, es una
historia se ha ido publicando a medida que la voy escribiendo. No conozco la
historia completa, ni mucho menos en que va a terminar. Cada capítulo se escribe
sin ninguna pauta a seguir ni idea vaga de que debe contener. Esta historia es
completamente experimental, por lo que las fechas de publicación entre capítulos
es desconocida también para mí.

Si esta historia de alguna forma
les interesa, pueden enviarme sugerencias sobre los personajes, su
comportamiento, hechos relevantes que deban ocurrirles, o sobre la historia
misma, finales, capítulos o lo que realmente se les ocurra que deba contener.

No prometo incluirlo todo, pero sí al menos leerlo y considerar
las partes que crea aportan al desarrollo de la historia.

Para
quienes sólo la leen, también agradezco esto como colaboración, y si sólo
quieren expresar su opinión al respecto pueden escribirme también al correo
indicado en mi perfil.

Saludos.

Ángeles, un detective y ella. (Continuación)

Capítulo II: La hija del Teniente Hurber (Continuación)
* * * * *
Annie era de tez blanca, y sus ojos color miel se asimilaban a ciertos tonos en su cabello entre rubio y castaño claro que iban entremezclándose azarosamente en ondulaciones que jugaban desde su cabeza hasta bien avanzada su espalda. Casi de aspecto angelical, poseía una belleza que armonizaba con su esbelto cuerpo más bien delgado pero perfectamente proporcionado. Generalmente cruzaba una sonrisa de extremo a extremo en su rostro aparentando estar siempre feliz y tranquila, cosa que contradecía con su alocado estilo de vida.

A medida que fue creciendo, fue cambiando la seguridad de su hogar por la aventura y la experimentación. Su desarrollada inteligencia empujaba su ímpetu de querer siempre llegar más allá, y dominaba su forma de aprendizaje basada en la experiencia propia para comprobar todo lo que le decían. Annie recibió una buena educación, y en su niñez, disfrutó de un hogar bien conformado por su padre, su madre y ella. Sin embargo, su madre con los años enfermó y murió cuando ella tenía 17 años. De ahí en adelante, el dolor y sufrimiento de la partida de su madre había reforzado aún más el lado extremo de Annie, llevándola a vivir una vida más audaz, atrevida y experimental.

Muchas cosas no estaban claras para Annie sobre la muerte de su madre y algunos episodios relacionados antes y después de ella. Las explicaciones vagas de su padre se contradecían y no presentaban relación alguna con los hechos, los que Annie tomaba como base para cualquier explicación de las cosas. Lo anterior, había producido en Annie cierto sentimiento encontrado sobre su padre, extremadamente duro y sobre protector en algunos casos, pero en otros lo veía como alguien incapaz de explicar o al menos hablar de temas que producían mucho dolor.

Annie había estudiado historia en la universidad de Marchín, pero nunca había ejercido la profesión desde su regreso a Hanni, sólo había escrito algunos artículos sobre la revolución que ninguna editorial, o medio estuvo dispuesto a publicar, sobre todo por el hecho de estar escrito por alguien que no participó en ella ni aparentemente, entendía de su trasfondo. Sin embargo, para Annie estas objeciones a su trabajo reforzaban su interés sobre el tema.

La madre de Annie algunas veces se refirió a la revolución como una etapa de su vida que prefería olvidar, pero nunca habló de ella como algo innecesario, o malo como lo hacía su padre y todos quienes ella conocía y estaban vinculados con la policía o el gobierno. La madre de Annie jamás profundizó sobre el tema, y eso hacía a Annie sospechar sobre la verdadera relación de su madre con la revolución. Si su padre había estado en medio de la revolución, su madre también debía haberlo estado, era casi imposible que sólo hubiera observado desde una ventana como pasaba todo. Al menos, eso pensaba Annie.

Cuando Annie conoció a Rod tenía 28 años, al menos sus últimos 5 años habían estado llenos de perturbación provocada por los constantes artículos publicados sobre ella y su vida fuera de lo normal para una ciudad que había vuelto a convertirse en ultra tradicionalista y muy recatada. En el último año, Annie había comenzado a cambiar las fiestas por los libros, una investigación más profunda que la tenía bastante ocupada y el amor.

Annie llevaba tiempo en una relación complicada con el guitarrista de la banda de rock The Mukies. La banda había llegado a convertirse en una de las más importantes antes de la revolución, y había visto truncar se éxito con la llegada la guerra civil, fecha desde la que no habían vuelto a tocar. Ahora, 10 años después, se volvían a reunir para dar un concierto en el que presentarían su definitivo retorno.

- ¿Aló? ¿Annie?... Sí, soy yo… jajaja… yo bien, ¿cómo te has portado tú bruja? Mal supongo… jajaja… estás creciendo parece… jajaja… oye no sabes que lo que me acabo de enterar, la banda vuelve a tocar, dicen que darán un concierto a fines de Marzo… a lo mejor por eso Paul ha estado tan distante, puede que no te haya querido contar porque era una sorpresa… no se… ya… ya… nos vemos entonces, chao. -

Marie era la mejor amiga de Annie, y conocía los pormenores de la compleja relación que llevaba con Paul. Si bien la aprobaba, había algo que no le gustaba, podía ser que ella también estuviera interesada en Paul, o que había algo misterioso en él, sin embargo el sentimiento encontrado la hacía no poder ver las cosas claras.

Cuando Annie recibió la noticia se encontraba en su automóvil camino a su casa, rápidamente buscó entre las radioemisoras la noticias, un pálpito acelerado dominaba su corazón junto con un sentimiento entre ansia por confirmarlo, alegría porque podía existir un motivo para la distancia que había puesto Paul entre los dos, y resentimiento porque pensaba que entre los dos no habían secretos.

- Esta es KM9 stereo tu compañía de verano, así es, acabamos de confirmar que The Mokies, luego de 10 años se reúnen para volver a tocar en el Palacio de las Estrellas, a fines del mes de marzo. Este es un hecho realmente histórico ya que…. – Comentaba un locutor de un programa radial. Annie mientras escuchaba pensaba en un reencuentro con Paul, e imaginaba las mil situaciones que este podía tener, tratando de ajustarla con lo que ella soñaba. Pero también sabía, que Paul no era de los interpondría un concierto a su relación amorosa. Annie seguía creyendo que había una razón de fondo para que las cosas no estuvieran funcionando bien. Y es que nunca funcionaron del todo bien, pero nunca perdía la esperanza de que mejoraran.

Annie había conocido a Paul en una fiesta, y en ese entonces no sabía mucho de la banda, sólo había escuchado algunas canciones pero no las asimilaba con el éxito y trayectoria del grupo de rock. Tampoco había seguido muy de cerca su carrera ya que en los tiempos de fama de la banda ella era aún muy niña y escuchaba la música que escuchaban los chicos de su edad. Paul era diez años mayor que Annie, y tenía la misma edad de Rod.

Para Rod también fue una buena noticia, si bien no conocía la relación de Annie con The Mukies, había sido en su juventud antes de la revolución un admirador de su música, sobre todo por las temáticas de sus letras, en las que veía una intención clara de sentimientos de cambio. Rod había estado en más de un concierto y se había empeñado en comprar algunos de sus discos. Los cambios de los que hablaban las letras de las canciones fueron fuente inspiradora de muchos jóvenes como Rod, y luego, en los años de la revolución misma fueron convertidas en himnos de lucha y esperanza.

El retorno de The Mukies representaba para muchos hacer presente el recuerdo de años guerra civil, por lo que preferían, a pesar de haber sido fervientes admiradores de la banda, no hablar del tema ni tampoco externalizar sus sentimientos de nostalgia por esos años, donde los ideales, los sueños y los deseos de lucha por una vida mejor, dominaban los espíritus de muchos jóvenes que veían como la vida se les pasaba sin ofrecer las oportunidades que tanto deseaban y buscaban.

enero 15, 2006

Ángeles, un detective y ella. (continuación)

Capítulo II: La hija del Teniente Hurber.


Annie Hurber era una muchacha que daba mucho que hablar, joven, bella y talentosa, hija del teniente director de la policía, lo que le permitía gozar de ciertas libertades llevando su vida un poco más allá que los demás jóvenes de su edad. Generalmente se veía inmiscuida en uno que otro artículo de la prensa local junto a otras personalidades importantes de la cuidad, siempre protegida eso sí bajo el puesto de su padre.

Annie conoció a Rod en un bar de la cuidad, una noche en la que arrastrada por la tristeza y rabia de un mal amor, llegó a tratar de ahogar sus penas en un vaso de alcohol. Esa noche andaba sola, cosa que no acostumbraba a hacer, siempre estaba rodeada de sus amigos lo que le daba una protección extra en caso de problemas. Annie se sentó en la barra y pidió un whisky en las rocas, su trago favorito, cerca de ella, un hombre con aspecto más bien tosco y misterioso la miró de reojo y siguió bebiendo de su vaso.

Eran las tres de la mañana, y Annie, con dos botellas de whisky en el cuerpo comenzó a coquetear con unos hombres que jugaban una mesa de billar para que le invitaran otro vaso de alcohol. Rod no recuerda como las cosas se salieron de control, pero al ver que esos hombres comenzaban a sobrepasarse con la muchacha, la rescató y la sacó fuera del bar. No fue fácil, Rod estaba solo y ellos eran al menos cinco. Rod no era de peleas callejeras, más bien, sólo luchaba cuando el motivo era realmente importante. Probablemente esta vez, su instinto así se lo insinuó, y después de golpear a dos o tres, los demás lo dejaron tranquilo y pudo sacar a la bella joven del lugar.

¿Cómo te llamas? – dijo Rod a la muchacha con voz agitada pero ronca.

Soy Annie, déjame sola, quiero volver allí. – balbuceó la muchacha que no pronunciaba bien palabra alguna producto del alcohol.

Haremos algo mejor, te llevaré a tu casa para que descanses – Esta vez Rod habló con voz un poco más autoritaria.
La muchacha lo miró un rato, y le preguntó - ¿Quién eres?

Soy Rod, Rod Hunter, investigador privado.
Ah, debes conocer a mi padre entonces, el teniente Hurber – Dijo Annie con tono de gloria.
Rod quedó pensativo un momento. No sabía si este había sido un golpe de suerte o por el contrario esa noche sería el comienzo de muchos problemas. Rod conocía bien al teniente Hurber, era el director de la policía de la cuidad, la misma institución que lo marginó de las investigaciones oficiales y lo llevó a terminar resolviendo casos de menor importancia. Rod, conocía sus capacidades y sabía que era mejor que muchos de los investigadores de la policía de ese entonces, sin embargo, no se le reconocía su talento como el esperaría.

Por un lado, salvar a la hija del teniente podía ser beneficioso para su imagen frente a la policía, por otro lado, si la hija del teniente no contaba fielmente la historia, podía llegar a ser todo un problema de su palabra frente a la palabra de Annie. Rod sabía por los artículos de prensa que Annie no era una niña tan buena, por lo que el segundo escenario le parecía más probable.

Ok, volveremos a entrar pero para que te den un café y luego te llevaré a tu casa – Dijo Rod esta vez con un poco más de dulzura en sus palabras.

Entraron nuevamente en el bar bajo la mirada atónita de los que habían presenciado la pelea de unos minutos atrás. Rod se acercó a la barra y pidió un par de cafés para Annie y para él mismo.

¿Cómo llegaste hasta aquí? – Preguntó Rod.
Sólo necesitaba un poco de distracción – Dijo la muchacha con voz melancólica.
¿Penas de amor? – Rod preguntó concluyendo en base a su gran experiencia de investigación en casos de amor.
Annie lo miró a los ojos, y luego de algunos minutos le dijo – sí.
No te preocupes, hay muchos hombres que seguramente son mejores que él. Además, no hay amor sin sufrimiento. – Esta vez las palabras de Rod salieron con cierto sabor a sentimiento, lo que contrastaba con su imagen casi inconmovible y fria.
¿Tienes novia? – Preguntó Annie.
La tuve. – Rod respondió a secas como queriendo cambiar el tema.
Supongo que fue muy importante para ti. – Annie miró al suelo como buscando una respuesta en sí misma.
Rod se tomó algunos minutos antes de seguir la conversación. Dentro de él había un sentimiento de nostalgia y dolor muy grandes. No había vuelto a encontrar el amor después de la revolución, y para él, ella siempre sería irreemplazable, única, el único amor de su vida.
Lo fue, pero la vida nos dio un camino distinto a los dos – Rod sonaba a viejo sabio y Annie dibujó cierta sonrisa en su rostro.
¿Te dejó? No me digas, te dejó por otro hombre. Lo mismo que me pasa a mí ahora. – Annie miraba a Rod con cara de comprensión.
No!, ella murió en la batalla de Albarreta, luchábamos por la revolución en ese entonces. – Rod dio muestras de
molestia frente al comentario de Annie.
Lo siento – Dijo ella.
¿Eras un revolucionario? – Annie preguntó con cierto interés. Su padre siempre le había hablado de los revolucionarios como malas personas, pero ella, que era muy inteligente, había leído muchos artículos de la revolución y sabía que la gente que luchó por ella lo hizo por ideales que ahora le permitían vivir en paz y tranquilidad.
Digamos que luché por algo que creí que beneficiaría a muchos, pero terminó con mis sueños, mis amigos, y con ella. No sé hoy si es algo que me enorgullezca, creo que más me trae dolor que alegría. – Rod habló con aire de misterio nuevamente.
Yo creo que deberías estar orgulloso, hoy la república goza de estabilidad gracias a la revolución. – Annie se mostraba muy interesada y el efecto del alcohol había desaparecido completamente.
¿De donde sacaste eso? ¿Acaso no has leído la prensa y no has escuchado a la policía? Todos condenan a la revolución y quienes participamos de ella, jamás nadie nos ha reconocido. – Rod se notaba molesto nuevamente.
He leído mucho la historia, y no creo lo que dicen, más bien me baso en los hechos concretos, y pienso que la revolución era muy necesaria, admiro mucho a los que lucharon en ella. – Annie miraba a Rod con cierto aire de admiración, si era cierto, por fin había conocido a un revolucionario, y tendría entonces mucho que hablar con él, sobre todo para esclarecer ciertos episodios de su niñez que no se ajustaban a las explicaciones de su padre.
Es mejor que nos vayamos. – Dijo Rod tomándola de un brazo.
Al llegar a la casa del teniente Hurber, Rod dijo a la muchacha:
Es mejor que no sepa tu padre que te he traído.
Está bien, sólo te quiero pedir algo. – Dijo Annie usando su belleza para alejar toda posibilidad de un no como respuesta.
Dime. – Rod contestó sabiendo que no podría negarse a la petición.
Quiero que me cuentes muchas cosas acerca de la revolución, necesito volver a verte. – Annie se quedó esperando, como una niña frente a ese regalo que tanto quería.
Está bien. – Rod le entregó una tarjeta de presentación con sus datos a Annie y luego le abrió la puerta para que bajara del automóvil. Luego se fue a su casa, una vez en su cama, se quedó toda la noche recordando sus años en
la revolución.

enero 14, 2006

Ángeles, un detective y ella.

Capítulo I: Rod Hunter.


Rod hámster le decían en su niñez, recordaba como se burlaban de él por ser lo que ahora podía definir como un perfecto perdedor. Sin embargo, Rod sabía que sólo era porque era distinto. Desde niño tuvo una admiración por los grandes investigadores criminales, y trataba de aparentar una personalidad misteriosa e inconmovible, cosa que por supuesto, sus amigos sólo veían como algo raro típico de Rod.

Rod Hunter, era investigador privado en la ciudad de Hanni, una localidad al este de Marchín, estado principal de la nueva república creada luego de la gran revolución de las manos, que había dejado como consecuencia muchos cambios en la sociedad de ese entonces. Rod había vivido esa revolución como suya y había luchado por muchos de los cambios que ella había traído, sin embargo, su vida ahora no era mejor que antes de la revolución. Rod sólo subsistía gracias a casos de investigación menores solicitados por mujeres celosas en busca de infidelidades que generalmente no existían.

Rod fue un luchador, vivió como líder oculto de varios de los movimientos de la revolución, cuyo nombre, la revolución de las manos, derivaba del cambio por el que lucharon muchos obreros que cambiaron martillos y clavos por su grito de reclamo frente a las grandes injusticias e inequidades en las que había caído el estado gobernante. Los obreros tomaron la justicia en sus manos paralizando las ciudades y generando una especie de gobierno paralelo con acciones propias más orientadas a los actos de fuerza para lograr sus fines. En ese entonces, Rod aún era muy joven, y su espíritu soñador lo llevó a estar en medio de los grandes acontecimientos que surgieron, sobre los cuales se derrumbó el estado completamente, se produjo el caos, la guerra civil y finalmente nació la nueva república.

Rod tuvo que ver como cayeron muchos de sus amigos, colaboradores y seres queridos en medio de la revolución, y pensaba que era parte del gran sacrificio en la lucha por sus ideales. Ahora, con más edad, madurez y sabiduría, sentía que las cosas pudieron haber sido resueltas de otra forma, sin tanto derrame de sangre ni violencia. Claro, ahora lo veía sin la presión de ese entonces, con más tranquilidad y con la cabeza más fría. Él sabía que se había ganado el respeto, la admiración y el reconocimiento de muchas personas, incluso de las que en su niñez se burlaban constantemente de él, pero aún así, mantenía mucho dolor dentro de sí por haber arrastrado a otros a un final no tan feliz.

La revolución duró muchos años, en los cuales Rod dejó pasar gran parte de su vida dedicado completamente a mantener los movimientos de la revolución. En esos años, también fue clasificado como enemigo del estado y buscado por la policía, lo que implicaba vivir ocultándose y viajando de un lado a otro. Sólo tuvo un gran amor, el que vio partir cuando el estado ganó la batalla de Albarreta en una de las más grandes emboscadas contra la revolución. Rod, tuvo mucho coraje y valentía para seguir adelante, pero también, hoy sentía más que nunca el no estar con ella.

La república conformada ahora, había devuelto la estabilidad a la sociedad, pero nunca había reconocido a ninguno de los actores principales de la revolución, es más, los había condenado en muchas ocasiones por los actos de violencia y muertes ocurridas. Rod sólo había conseguido que limpiaran sus papeles y lo dejaran en vivir tranquilo en la cuidad de Hanni, lejos del epicentro del manejo de la república y sin ningún poder de injerencia en las decisiones de ella. Así vivía ahora, sin nada más que su oficina de investigación privada, un poco desprestigiada por dedicarse principalmente a resolver casos de infidelidades, y vetada por la policía local por ser un ex revolucionario, incluso después de haber contribuido a encontrar a la hija del teniente Hurber hace unos meses atrás.

El episodio del secuestro de la hija del teniente Hurber, había sido confuso en la vida de Rod, y aún no podía darle una explicación convincente ni dentro de la completa realidad. Sólo sabía, que alguien, a quien nunca había visto en su vida, como si lo conociera de siempre y supiera que era su gran oportunidad por demostrar a la policía de sus capacidades, le ayudó a encontrar la pista que lo llevó a los criminales, esa tarde de Abril. Recordaba aún sus palabras, “no te preocupes Rod, volverás a saber de mí, cuando ocurra sabrás de que forma”.

Continuará...

enero 07, 2006

Pedrito y el martillo.

Pedrito era un joven muy inteligente y capaz, siempre podía resolver sus problemas y los de las demás personas con su ingenio. Además, era muy hábil con su martillo, herramienta que heredó de su padre, el mejor maestro carpintero del pueblo. Pedrito aprendió miles de formas de usar su martillo y podía construir las mesas y sillas más bonitas con él. Cuando necesitaba clavar o sacar un clavo, usaba su martillo, cuando necesitaba medir algo, lo medía en martillos.

Así había vivido años, él también se había convertido en uno de los mejores maestros carpinteros del pueblo. Pero Pedrito soñaba con llegar más lejos, tanto como su espíritu soñador le permitiera llegar. Él soñaba con fabricar todo tipo de muebles, no sólo para la gente del pueblo, si no que también algún día para los reyes y príncipes. Pedrito se esmeraba día y noche en perfeccionar su técnica y en buscar nuevas formas para sus mesas y sillas. Sin embargo, tenía la sensación de que le faltaba algo, algo que no sabía que podía ser.

Un día, visitando el mercado del pueblo se encontró con una sorpresa. Un nuevo maestro carpintero había llegado al pueblo, y estaba exponiendo sus creaciones. La gente se había aglomerado en torno a sus muebles porque realmente eran distintos. Pedrito se acercó a mirar que sucedía. Lo primero que observó, era que algunos muebles usaban unos clavos extraños, que tenían una cruz en su cabeza. Y peor aún, algo inexplicable para su entendimiento, había muebles que no tenían clavos. ¿Cómo podía ser eso? ¿Podía existir algo que pudiera unir dos piezas de maderas y resistir el peso de una persona por muchos años? Pedrito estaba atónito. Observaba nervioso que esos muebles tenían formas que él jamás había podido lograr, y por supuesto, creía que los reyes elegirían esos muebles para sus palacios.

Sin quedarse tranquilo, Pedrito esperó que se comenzara a ir la gente al final de la tarde y se acercó al nuevo maestro. “Hola, soy Pedrito, maestro carpintero del pueblo, sus muebles son admirables, ¿cómo logra todas esas formas?” El maestro le contestó “Muchas gracias, soy Juan, y estas formas las logro con mis nuevas herramientas” Juan le mostró a Pedrito una caja donde junto al martillo y clavos conocidos por Pedrito había otras extrañas piezas de acero. Juan le explicó para que servía cada uno de ellos y como le ayudaban a mejorar su trabajo y a realizarlo con menor esfuerzo y en menos tiempo.

Pedrito estaba feliz, eso que no sabía que era, que le faltaba, lo había encontrado. Una vez que consiguió sus nuevas herramientas y aprendió sus usos, en su cabeza se crearon miles de formas nuevas incluso mejores a las que había visto hacer a Juan. Pedrito, gracias a su talento, pero por sobre todo a sus nuevas herramientas, se convirtió en el mejor maestro carpintero, y sus muebles, que ya no eran sólo mesas y sillas llegaron al palacio real, siendo objeto de admiración para todos quienes los vieran.


Quise contar este pequeño cuento, para ilustrar la diferencia entre dos conceptos muy usados por todos nosotros, pero que no siempre son usados de la forma correcta, Eficacia y Eficiencia.

Eficacia, según la Real Academia de la lengua Española (RAE), es la “Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.

Pedrito era eficaz con su martillo.

Eficiencia, según la RAE es la “Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado.

Pedrito logró ser eficiente, cuando tuvo la capacidad de disponer de muchas otras herramientas.

Supongo que muchos de ustedes ya sabían esto, o creían saberlo, bueno, aún así día a día escucho a muchos que hablan de eficiencia usando el concepto como si se tratara de eficacia o hablan de eficacia aludiendo al significado de eficiencia.

Nunca está de más volver a leer lo que ya se sabe, o mejor aún, lo que no se recuerda. Es parte del aprendizaje, lo que algunos llaman consolidación de conocimientos.

Saludos a todos.