diciembre 03, 2005

Emprender

No se si han sentido alguna vez que están muy cerca de lograr algo muy grande pero no saben que falta. Así me siento en este momento, a la una y treinta de la mañana. Con esa sensación de estar a punto de dar en el clavo, de dar a luz una de esas genialidades que a veces tengo. El tan esperado regalo que de la mezcla perfecta de inspiración, motivación y creatividad. Mi cabeza ha trabajado horas y horas durante días y días mejorando lo que comenzó como una loca idea hace algún tiempo atrás. Y en este momento, siento que el trabajo constante está a punto de dar su mejor fruto.

Es que para mi no hay nada mejor que la sensación de satisfacción de haber hecho algo realmente bueno. Sobre todo cuando ha pasado por todas las etapas que pasa una buena idea antes de convertirse en algo exitoso. Primero una idea, que nace de la observación. La observación es una de las cosas más importantes cuando se es creativo. La observación adecuada nos permite darnos cuenta de lo que los demás pasan por alto. De la observación, y de nuestra experiencia, nace la asociación, y de ésta, finalmente una gran idea.

La idea, generalmente nos parece lo suficientemente buena como para desarrollarla, cuando creemos que nos diferencia aportando valor a lo observado, generalmente un problema no resuelto, o para nosotros, no tan bien resuelto. La idea, parte como eso, como idea, y de ahí a hacerla algo concreto, mucho camino por recorrer generalmente.

Cuando estamos hablando de algo verdaderamente grande (que creemos que es grande) viene la etapa en que nos trazamos un camino para convertir la idea en realidad. He aquí un gran problema, el convertir una idea en una satisfacción. Muchas veces me ha pasado que he visto como otros disfrutan del éxito y yo pienso “Pero si esa idea se me ocurrió a mi primero”. La diferencia, es el hacer. Si no hacemos más que tener una idea, no ganamos nada, absolutamente nada. Hay que trabajar por desarrollar la idea, desde su concepción hasta su maduración como algo concreto.

Para lograr triunfar en el desarrollo de nuestra idea, son fundamentales los objetivos o metas, y más abstractamente, la misión y la visión. Los objetivos y las metas nos dicen el que queremos lograr y cómo lo haremos. La misión, nos dice como lo haremos para que esa idea trascienda al tiempo. La visión, nos dará el verdadero rol de la idea en su desarrollo más allá de los objetivos primeramente planteados, como aporte a algo más grande a futuro.

No olvidemos, que todo aquello y más, requiere de un trabajo muy duro y constante en el tiempo. Para esto, otros conceptos fundamentales, la motivación y la inspiración. La motivación nos ayudará a no dejar todo botado a medio camino. La inspiración, nos dará una razón de peso para mantener la motivación.

Finalmente, sin saberlo, un día, todo se une perfecta y mágicamente, todo concuerda, todo cierra su círculo y nos admiramos profundamente del resultado. Felicidad, orgullo, adrenalina, satisfacción garantizada. Admiración de otros, felicitaciones de algunos, satisfacción también de otros. Simplemente una experiencia genial.

Imaginen esta misma experiencia de satisfacción, generadora de más motivación y fuente de inspiración, repetida una y otra vez. Esta es la esencia de los emprendedores. La diferencia entre los que hacen y los que sólo piensan en hacer. El gran alimento para un alma inquieta. La forma de querer un cambio, ser parte del cambio, y disfrutar del cambio. Una sencilla pero muy poderosa forma de vivir cada día nuevas experiencias. El secreto mejor guardado de las personalidades más admiradas y renombradas del mundo. ¿Entonces, por qué no hacer de esto una filosofía de vida? ¿Por qué no permitirnos vivir la experiencia de ser emprendedores y de triunfar en la vida?

1 comentario:

SMB dijo...

ok ok, pero de qué "genial idea" hablas?

Saludos.