noviembre 07, 2008

Emprendimiento de Alto Valor.

Al estar impulsando actividades de innovación, desarrollo tecnológico y emprendimiento con ingenieros y alumnos de ingeniería, he notado que hay algunas cosas de las cuales vale la pena hacer una pequeña reflexión.

Primero, muchos ingenieros, y también muchas otras personas confunden el real significado del concepto “emprendimiento”. Se piensa que el emprendimiento es para gente esforzada que desea salir de la pobreza. Me viene a la mente el comercial de televisión de la señora Juanita sacando adelante su panadería. Con esta visión, estudiantes y profesionales de carreras de especialización ven el acto de emprender como algo de menor grado o básico. Para otros, emprender suena a aventurarse en algo, y por lo tanto, no entienden la responsabilidad que conlleva realizarlo en su completa dimensión. Otras personas, creen que emprender necesariamente implica iniciar un negocio para hacerse de mucha riqueza, sin importar el cómo, y lo peor, pensando que es a corto plazo.

Según la definición de la RAE (Real Academia Española www.rae.es), y nótese que este término (RAE) siempre lo repito y lo recalco porque creo que es elemental que todos tengamos un lenguaje adecuado y en el mismo entendimiento, emprender es “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Esta definición es claramente no restrictiva a pequeñas actividades ni mucho menos a actividades con fines lucrativos. Emprender también tiene otra definición según la RAE: “Tomar el camino con resolución de llegar a un punto”. Esta segunda definición nos da una aproximación más clara del gran campo de acción del emprendimiento. Y se usa este término no por su definición exacta, lo que ocurre es que había que encontrar un término que explicara y a la vez motivara a otros a seguir a quienes estaban atreviéndose a hacer cosas que hasta hace algunas décadas se veían como imposibles. ¿Quién pensaría en ese entonces que de la nada se podía crear un Microsoft, un Google, o un Apple y convertir esos emprendimientos en empresas de alta riqueza que competirían de igual a igual con las mega-empresas? Cuando se genera una corriente de emprendimiento un país, este puede comenzar a soñar con crear valor real. Y así fue, las naciones tomaron este concepto y lo entregaron a la población con miles de ejemplos exitosos, pero siempre apuntando a la generación de riqueza.

El emprender no necesariamente sirve para generar riqueza económica. También genera riqueza tecnológica, intelectual, social y calidad de vida entre otras cosas.

Han pasado ya décadas desde que este concepto se masificó en el mundo, y hoy, en muchas instituciones de educación hay cursos completos dedicados a ello. Pero el emprendimiento por sí solo no logra los resultados que necesita una nación para crecer. El emprendimiento es sólo una forma de decirle a la gente “escuchen, tienen la capacidad, despierten, atrévanse a crear valor, aquí tienen algunas herramientas para hacerlo”. Además de las ganas de atreverse, se necesita un programa nacional unificado que coordine y de las pautas para que el emprendimiento se construya y construya bases sólidas para llevar a un país al desarrollo sostenido. Ejemplos de estas bases son la educación y la tecnología. Pero esto no es suficiente, hay que saber además diferenciarse y sobre todo, encontrar actividades de mayor creación de valor, que sean actuales, modernas, ingeniosas, únicas, y que se centren en las necesidades más que en las funcionalidades o beneficios.

Un error típico que me toca observar entre los ingenieros es justamente que primero piensan en la tecnología, en el producto, en sus múltiples funcionalidades o características y finalmente en los usuarios o clientes. Y lo peor de todo, es que lo piensan a bajo coste. En la Universidad reviso un centenar de trabajos relacionados con innovación y emprendimiento y en muchos de ellos veo como los alumnos de ingeniería primero buscan que hacer y después a quién beneficia y todos repiten la misma frase “a bajo coste”.

Es cierto que América Latina necesita de productos y soluciones de bajo coste para competir con el resto del mundo, pero eso no se debe confundir con crear productos y soluciones de bajo precio. Competir por precio puede significar una forma fácil de entrar a un mercado, pero a la larga presentará siempre menos rentabilidades que a través de otras estrategias de competencia. En una de mis últimas clases en la Universidad, analicé con mis alumnos el caso del Cirque du Soleil, un circo transformado en una gran y multinacional empresa que ha logrado crear un valor de más de 1200 millones de dólares sin competir por precio, si no que elevando el espectáculo del circo a otros espectáculos de alta calidad, logrando romper la barrera de precio de mercado de las entradas al circo para ir hasta los precios de los mejores espectáculos de música, teatro, ballet u ópera.

No podemos pretender, a mi juicio, crear toda una corriente nacional de emprendimiento y formación de nuevas empresas, si no enseñamos primero conceptos clave como la innovación y la creación de valor. Ni menos podemos esperar buenos resultados cuando muchos creen que para lograrlo hay que hacerlo a bajos costes y precios bajos. Obviamente que lo ideal es producir a bajos costes, pero entendiendo que tanto como se pueda sin comprometer la calidad y la experiencia de los usuarios o clientes del producto o servicio.

Es mucho mejor camino, apuntar a crear productos y servicios de alto valor, que hagan que el cliente tenga una experiencia de uso realmente espectacular e inolvidable. Tenemos que enseñar cómo crear empresas o proyectos de alto valor económico y social, que sean capaces de transformar la industria latinoamericana en una industria de alto valor y no en una de bajos costes. Si tomamos el ejemplo de China, su economía no solo se basa en los bajos costes y alta disponibilidad de mano de obra, si no que también en el alto grado tecnológico que poseen.

Entonces esta es la cuestión, necesitamos mucha más gente emprendiendo, creando empresas de alto valor, empleos de alto valor, personas de alto valor, que den soluciones de alto valor, creativas, innovadoras, diferentes y de experiencias inigualables. En especial, es tarea de los ingenieros, crear estas empresas en base a la innovación tecnológica, pilar fundamental de crecimiento para nuestro país. Necesitamos que esta innovación tecnológica se organice y se traspase a muchas empresas nacionales para ir construyendo una base sobre la cual crecer a escalas más grandes. Necesitamos que los ingenieros dejen de lado un segundo sus calculadoras y computadoras para dar un espacio a sus propias mentes, de forma libre y creativa.

Hace algunos años, específicamente el año 2001, decidí con unos compañeros de universidad crear una feria de innovación tecnológica que uniera a la industria con estudiantes de ingeniería que dieran soluciones creativas e innovadoras. El emprendimiento fue difícil pero logró ser un éxito. Este año (2008), en estos días, se celebra la séptima versión con proyectos realmente buenos. Doy este ejemplo, porque justamente esto nace de observar como había gente queriendo hacer cosas pero sin la orientación correcta. Y por otro lado como había empresas con problemáticas no resueltas que no sabían donde más buscar soluciones. Lo que deben hacer los ingenieros, es justamente mirar la industria local y buscar problemáticas concretas que solucionen problemas de muchas empresas y así contribuyan al desarrollo tecnológico del país.

Como conclusión, no sólo tenemos que apoyar y nutrir la corriente nacional de emprendimiento, además debemos transformarla en una corriente de emprendimiento de alto valor, organizada y preocupada de entregar sus frutos a la industria nacional como parte de un gran objetivo del cual somos responsables todos, contribuir al desarrollo social y económico del país.

Recuerden: La creación de valor es un talento adquirible.

Saludos a todos.

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