enero 14, 2006

Ángeles, un detective y ella.

Capítulo I: Rod Hunter.


Rod hámster le decían en su niñez, recordaba como se burlaban de él por ser lo que ahora podía definir como un perfecto perdedor. Sin embargo, Rod sabía que sólo era porque era distinto. Desde niño tuvo una admiración por los grandes investigadores criminales, y trataba de aparentar una personalidad misteriosa e inconmovible, cosa que por supuesto, sus amigos sólo veían como algo raro típico de Rod.

Rod Hunter, era investigador privado en la ciudad de Hanni, una localidad al este de Marchín, estado principal de la nueva república creada luego de la gran revolución de las manos, que había dejado como consecuencia muchos cambios en la sociedad de ese entonces. Rod había vivido esa revolución como suya y había luchado por muchos de los cambios que ella había traído, sin embargo, su vida ahora no era mejor que antes de la revolución. Rod sólo subsistía gracias a casos de investigación menores solicitados por mujeres celosas en busca de infidelidades que generalmente no existían.

Rod fue un luchador, vivió como líder oculto de varios de los movimientos de la revolución, cuyo nombre, la revolución de las manos, derivaba del cambio por el que lucharon muchos obreros que cambiaron martillos y clavos por su grito de reclamo frente a las grandes injusticias e inequidades en las que había caído el estado gobernante. Los obreros tomaron la justicia en sus manos paralizando las ciudades y generando una especie de gobierno paralelo con acciones propias más orientadas a los actos de fuerza para lograr sus fines. En ese entonces, Rod aún era muy joven, y su espíritu soñador lo llevó a estar en medio de los grandes acontecimientos que surgieron, sobre los cuales se derrumbó el estado completamente, se produjo el caos, la guerra civil y finalmente nació la nueva república.

Rod tuvo que ver como cayeron muchos de sus amigos, colaboradores y seres queridos en medio de la revolución, y pensaba que era parte del gran sacrificio en la lucha por sus ideales. Ahora, con más edad, madurez y sabiduría, sentía que las cosas pudieron haber sido resueltas de otra forma, sin tanto derrame de sangre ni violencia. Claro, ahora lo veía sin la presión de ese entonces, con más tranquilidad y con la cabeza más fría. Él sabía que se había ganado el respeto, la admiración y el reconocimiento de muchas personas, incluso de las que en su niñez se burlaban constantemente de él, pero aún así, mantenía mucho dolor dentro de sí por haber arrastrado a otros a un final no tan feliz.

La revolución duró muchos años, en los cuales Rod dejó pasar gran parte de su vida dedicado completamente a mantener los movimientos de la revolución. En esos años, también fue clasificado como enemigo del estado y buscado por la policía, lo que implicaba vivir ocultándose y viajando de un lado a otro. Sólo tuvo un gran amor, el que vio partir cuando el estado ganó la batalla de Albarreta en una de las más grandes emboscadas contra la revolución. Rod, tuvo mucho coraje y valentía para seguir adelante, pero también, hoy sentía más que nunca el no estar con ella.

La república conformada ahora, había devuelto la estabilidad a la sociedad, pero nunca había reconocido a ninguno de los actores principales de la revolución, es más, los había condenado en muchas ocasiones por los actos de violencia y muertes ocurridas. Rod sólo había conseguido que limpiaran sus papeles y lo dejaran en vivir tranquilo en la cuidad de Hanni, lejos del epicentro del manejo de la república y sin ningún poder de injerencia en las decisiones de ella. Así vivía ahora, sin nada más que su oficina de investigación privada, un poco desprestigiada por dedicarse principalmente a resolver casos de infidelidades, y vetada por la policía local por ser un ex revolucionario, incluso después de haber contribuido a encontrar a la hija del teniente Hurber hace unos meses atrás.

El episodio del secuestro de la hija del teniente Hurber, había sido confuso en la vida de Rod, y aún no podía darle una explicación convincente ni dentro de la completa realidad. Sólo sabía, que alguien, a quien nunca había visto en su vida, como si lo conociera de siempre y supiera que era su gran oportunidad por demostrar a la policía de sus capacidades, le ayudó a encontrar la pista que lo llevó a los criminales, esa tarde de Abril. Recordaba aún sus palabras, “no te preocupes Rod, volverás a saber de mí, cuando ocurra sabrás de que forma”.

Continuará...

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