septiembre 29, 2007

El antiguo discurso sobre el bien y el mal

Me he preguntado muchas veces qué es el bien y qué es el mal. Y aunque sé que existen muchas respuestas a esta milenaria pregunta, y que cada respuesta también depende desde el punto de vista desde donde se elabore, también sé que para cada persona significa más o menos algo similar, pero con diferencias que van desde lo más sutil a lo más increíble. A lo mejor mi inquietud, más que la definición misma, es si existe un límite claro entre lo bueno y lo malo, sobre todo cuando esto trata de explicar lo que sienten otras personas respecto a nuestro actuar y pensar.

La pregunta nace producto de ciertas situaciones de la vida donde uno, tratando de hacer lo que cree mejor para otra persona o grupo de personas, termina siendo abucheado y a veces odiado por una acción o discurso específico. Supongo, que a muchos como a mí, les ha ocurrido que hacen algo por otra persona esperando ayudarla y finalmente esa persona termina enojada con uno porque según el punto de vista de ella, uno le hizo daño.

Pongo el siguiente ejemplo. Supongamos una empresa que por años ha sido exitosa, ha experimentado un crecimiento sostenido y ya cuenta con miles de trabajadores. Juan es el jefe de Pedro. A Juan, gerente de su área, la vicepresidencia le ha explicado que la empresa ha tenido problemas el último año y debe urgentemente comenzar a reducir su planta de trabajadores. Pero también, le explican que lo más probable es que la empresa sea vendida debido a sus altas deudas contraídas debido a una expansión explosiva, pero mal administrada. Tarde o temprano lo más probable es que todos se deban ir, ya sea porque sus puestos no son sostenibles por la empresa, o para dar lugar a trabajadores con salarios más bajos que reemplacen su labor. Juan es muy amigo de Pedro. Generalmente cenan juntos los fines de semana. Juan conoce lo esforzado que es Pedro y lo difícil que ha sido para él mantener a su familia en el tiempo. Sin embargo, Pedro es uno de los candidatos a ser despedidos por la compañía.

Aquí surge el dilema: Por una parte, Juan debe despedir a Pedro según las instrucciones de sus superiores. Por otro lado sabe que dejar sin un puesto laboral a Pedro sería hacerlo pasar por un momento difícil y podría afectar su valiosa amistad. Juan sabe que puede dilatar la decisión de despedirlo, pero a la larga, sólo será mantenerlo en una empresa donde el ambiente laborar será muy complicado y probablemente los beneficios que existen para los primeros que dejan la compañía no sean los mismos que para los últimos.

Si ustedes fueran Juan:
1. ¿Qué harían?
2. ¿Qué es lo correcto o no correcto de hacer?
3. ¿Despedirlo es hacer el bien o el mal?
4. ¿No despedirlo es hacer el bien o el mal?

Si ustedes fueran Pedro:
5. ¿Qué esperarían que hiciera Juan?
6. ¿Qué es lo correcto o no correcto que debería hacer Juan?
7. ¿Despedirlo es lo bueno para Pedro?
8. ¿No despedirlo es lo bueno para Pedro?

Entiendo claramente que a lo mejor falta información en este cuento, como la situación económica actual de Pedro o con cuántos beneficios es alejado de la empresa, etc. Pero también es cierto que en las situaciones reales cuando nos toca tomar este tipo de decisiones y somos Juan, nunca podemos tener toda la información necesaria, a pesar de que tratamos de obtener la mayor posible.

Pongo un segundo ejemplo, para no enmarcar esta discusión sólo en lo laborar. Imaginen una pareja joven, que desde que se conocieron el amor los ha inundado y han sido relativamente felices juntos. Han vivido momentos maravillosos, han reído, han llorado juntos, han vivido momentos que nunca antes han vivido, se han enamorado. Pero al pasar el tiempo, la relación ha comenzado a dejar de ser lo que era al principio, a perdido fuerzas, ha comenzado a tener muchas complicaciones, y uno de ellos (sea él o ella) ya no cree que se deba seguir con esa relación.

Nuevamente surge el dilema: Por una parte, lo mejor sería terminar con la relación, debido a que ambos solo se están haciendo daño en ese momento, y a lo mejor, necesitan un tiempo para aclarar sus sentimientos. El problema claro es cómo decirle a la otra persona sin herirla que se piensa así. Por otra parte, también se podría seguir luchando por mantener viva la relación esperando que en el futuro cercano las cosas se arreglen y todo vuelva a ser como antes.

Si ustedes fueran quien quiere decirle al otro que quieren terminar la relación definitivamente o por un tiempo:

1. ¿Cómo lo harían?
2. ¿Creen que lo mejor para la otra persona es decirle lo que piensan ahora, o esperar a que las cosas mejoren y aguantar?
3. ¿Creen que lo mejor para la otra persona es terminar con ella definitivamente o por un tiempo o no hacerlo esperando que las cosas mejoren, pero entendiendo que esa persona lo va a seguir pasando mal un tiempo que no sabemos cuánto es?
4. ¿Qué es lo correcto y qué no?
5. ¿De cuál forma se hace el bien y de cuál el mal?

Sé que a estas alturas más de un debate se pudo haber provocado. Y que probablemente, existe una tercera o cuarta forma para ambos casos de solucionar el problema. Pero me quiero detener en la siguiente reflexión:

¿No será, que el bien o el mal no depende sólo de la intención del que hace una acción, si no también y no menos importante, del que recibe la acción?

¿No será que el bien y el mal no depende solo de nuestra concepción del él, sino que de la concepción de la persona que recibe la acción también?

Y no menos importante, ¿No será que el bien y el mal, también depende de si al hacer esa acción a nosotros nos provoca bien o mal o nada?

Según los cuestionamientos anteriores, se podría hacer la siguiente hipótesis para intentar definir el bien o el mal de un accionar:

Para definir si una acción está bien se debe considerar:

1. Debe existir al menos dos personas o actores, el ejecutor de la acción y el receptor o receptores de la acción.
2. La acción debe provocar bien en el ejecutor, según su concepción del bien o del mal.
3. La acción debe provocar bien en el receptor o receptores, según la concepción del o los receptores del bien y el mal.

No se ve algo fácil, imaginen a un gobierno tratando de hacer el bien perfecto, es casi algo imposible. Se necesita conocer muy bien a la persona a la que se pretende ayudar para saber si lo que hacemos para ella es algo bueno o malo. Y cuando se trata de mucha gente esto es algo casi imposible, y puede explicar por qué siempre en las decisiones, ya sean empresariales o de gobiernos o de organizaciones, siempre hay quienes ven los actos como cosas buenas y quienes son detractores de esas acciones.

Bueno, es mi intento básico de tratar de explicar y encontrar una forma de ser mejor cuando se trata de ayudar a los demás, y si sirve a alguien más para reflexionar o de base para formular una teoría mejor, bien.

Sólo creo que para ser un aporte en la vida de los demás, primero debemos conocernos completamente a nosotros mismos, luego conocer muy bien a quienes queremos ayudar, y recién ahí, hacerlo de la forma más incondicional posible, sintiéndonos completamente libres de hacerlo en nuestras mentes y en nuestro corazón, y por supuesto, entendiendo que existirán tantas formas de ver el bien y el mal como personas hay en el mundo, y eso, multiplicado por los distintos puntos de vista formulados por las ideologías existentes. No se desesperen, siempre todo, a pesar de lo complejo que se puede llegar a ver, puede hacerse de una forma más simple y armónica, todo está en aprender a ver la vida de una forma más sencilla y disfrutar de los beneficios que eso nos traerá siempre.

Saludos a todos.
(Revisión: Francia Albornoz)

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