Hace ya unos cuantos años en algunas de mis presentaciones declaraba que la sociedad pedía a gritos grandes cambios. Lo podía ver (o leer), entre líneas, cuando la gente comenzaba a organizarse en comunidades virtuales, foros, y las emergentes redes sociales. Había ahí un discurso, que hablaba de hacer las cosas de forma diferente, de reparar errores del pasado, de aprender cosas nuevas, de buscar nuevas ideologías y representantes, y de llevar a la sociedad por nuevos caminos. Esos pequeños signos en ese entonces, hoy se han convertido en mensajes muy claros y explícitos, al punto creo yo, de estar realmente convirtiéndose en acciones organizadas por la misma sociedad que están de una u otra forma modificando nuestras vidas.
Junto con este estallido de demandas por cambiar las cosas, y en cierta medida relacionado con ello creo yo, ha ido tomando relevancia el concepto de la innovación. Este concepto siempre ha estado presente en nuestras vidas, pero creo que en el último tiempo ha sonado más fuerte que antes, a lo mejor porque el gran desarrollo tecnológico de los últimos tiempos ha surgido de una gran corriente de innovación en ese ámbito. Esta innovación que al principio se vio así muy relacionada con la tecnología, hoy toma nuevos aires y comienza a asentarse en tantos aspectos de nuestras vidas que casi se ha transformado en una moda. Hoy se espera innovar en educación, en los modelos de negocios, las empresas usan la bandera de la innovación para intentar liderar las industrias, y en las universidades se intenta enseñar parte de esto.
Personalmente partí interesándome más a fondo y trabajando con innovación hace unos 15 años, tiempo suficiente para comprender cómo la innovación puede mejorar el desempeño de una empresa, crear valor en productos y servicios, mejorar los sistemas públicos y estatales, y por supuesto, mejorar la calidad de vida de las personas.
Comprender y manejar el concepto de innovación ha permitido que ocurran grandes avances científicos y tecnológicos, pero también ha dado paso a cambios en la sociedad. Cambios que creo serán cada vez más significativos. Hablar hoy de innovación abierta o de innovación social reflejan la integración de la sociedad a los procesos de innovación tradicionalmente estructurados.
Mientras que la innovación abierta busca integrar al trabajo de las empresas a millones de profesionales y consumidores talentosos para mejorar productos, procesos y servicios sin la necesidad de incluir a esas personas en las planillas mensuales y logra que la capacidad de innovar se vea amplificada enormemente, la innovación social busca generar nuevas soluciones para los 2 tercios de la población que son llamados “la base de la pirámide” (BdP) y que representan unos 4.000 millones de personas en todo el mundo que son considerados de bajos recursos, lo cual no significa que carezcan de poder de compra.
En un principio se hablaba de innovar socialmente para atender esta parte del mercado que representa una inmensa oportunidad de negocios, pero ya hoy se habla de innovación social como un proceso mucho más completo que incluye usar los talentos y recursos humanos de la misma base de la pirámide en conjunto con los de miles de profesionales para generar soluciones tanto para la BdP como para el mundo entero. En este aspecto, muchas organización sociales tomaron el liderazgo al preparar una serie de herramientas para emprendedores sociales dentro y fuera de la BdP para generar innovación social de alto impacto.
Tanto la innovación tecnológica, como la innovación abierta, la innovación social y probablemente algunos otros tipos de innovación que están surgiendo están hoy acelerando significativamente el desarrollo humano, pero sobre todo, creo yo, están generando una plataforma para que los cambios que la sociedad pedía a gritos hace algunos años o décadas atrás realmente ocurran.
Creo que eso es lo importante de todo esto. Debemos mirar la innovación como una herramienta real y concreta que tenemos hoy para cambiar el mundo y llevarlo hacia el mundo que soñamos. La innovación es un pilar fundamental para promover cambios, acelerar procesos de transformación y avanzar hacia una nueva sociedad acorde que los nuevos desafíos que impone una planeta sobrepoblado donde la injusticia, la desigualdad y el excesivo consumo de recursos han llegado a niveles peligrosos.
La innovación no es una moda. No es una simple receta. Es más bien un proceso que nos permite identificar problemáticas, oportunidades de cambio, y proporcionar soluciones mejoradas o más acordes a lo que se requiere como sociedad desarrollada. Comprender la innovación requiere abrir la mente, intentar olvidar muchas cosas ya aprendidas, sacarse límites de la cabeza, soñar en grande, volverse un poco inocente para no creer en imposibles, no tener miedo al fracaso, asumir los riesgos de la primera vez, aprender a trabajar con la incertidumbre y entender que todo esfuerzo debe tener como fin mejorar nuestra sociedad.
No basta con uno o dos programas nacionales de apoyo a la innovación. No basta con mantener concursos o financiar algunas iniciativas de innovación. No basta con declarar en un programa político que es algo importante. La innovación debe transformarse, y lo he venido repitiendo desde hace muchos años ya, en uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de una nación. Y esto significa que ni el doble o el triple de los esfuerzos actuales alcanza.
No quiero alargarme mucho más, pero he conocido a muchos emprendedores y empresas ver fracasar proyectos realmente innovadores por falta de apoyo y de visión de quienes se supone que dirigen los programas de apoyo a la innovación. He visto llenarse la boca a muchas personalidades y políticos con la palabra innovación y después no hacer cosa alguna para construir la base país que se requiere para crear un ecosistema de innovación abierta y social.
La innovación es tener una visión sobre cómo puede ser mejor el mundo y organizar una cruzada para convertir esa visión en una realidad. La innovación es la herramienta que necesita la sociedad para crear un punto de inflexión y tomar un nuevo rumbo hacia un futuro mucho más auspicioso. Esta herramienta siempre ha existido, desde que el hombre descubrió el fuego o creó la rueda, por lo que es algo natural en nosotros, lo que significa que todos lo tenemos al alcance de la mano.
La innovación no es algo para las empresas, no es algo para los ricos, no es propio de la ciencia ni de la tecnología, no es sólo para eruditos ni profesionales, es parte íntegra de nuestro propio proceso de supervivencia, está en nuestros genes, en nuestro ADN, en nuestros instintos.
Lo que sí es distinto en cada uno de nosotros, es la decisión de hacer algo con este maravilloso poder de innovar. Podemos esperar y ver como otros lo usan e incluso maravillarnos con ello, o emprender la aventura de convertirnos en innovadores y dejar un poco de lado las palabras para transformarlas en acciones reales y concretas.
¿Nos quejamos de lo mal que está el mundo y la sociedad? Aquí hay una forma de cambiar las cosas, aprendamos a utilizar la innovación para modificar nuestro mundo y convertirlo en el mundo que soñamos vivir y dejar a las futuras generaciones. Innovemos en la forma de pensar, soñar, vivir y trabajar, reinventemos nuestro mundo.
En estos 15 años poniendo en práctica la innovación, he aprendido algo valioso y como siempre se los recuerdo. Lo único imposible es lo que se decide no hacer.
Lo único imposible es nada.
Saludos a todos.