febrero 10, 2006

Ángeles, un detective y ella. (Continuación)

Capítulo III: The Mukies (Continuación)
* * * * *
Durante los años que estuvieron juntos, Paul y Annie vivieron momentos de mucha felicidad y otros de mucho dolor, principalmente porque su relación los unió de una forma sentimental muy profunda. Ambos en el momento que se conocieron lo necesitaban, por un lado Paul estaba encerrado entre ensayos y trabajos en los estudios de grabación, y Annie, estaba intentando reformular su vida. Rápidamente se complementaron bien, tanto ellos como su estilo de vida. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, Annie fue conociendo el lado más interno de Paul, y éste, as u vez, fue siendo testigo del cambio por el que estaba pasando Annie. Se juraron amor eterno, se pelearon una y mil veces, se odiaron muchas veces, sufrieron por sus constantes separaciones, y finalmente, decidieron darse un tiempo, alejados, para cada uno replantear sus vidas.

En el tiempo en que estuvieron separados, Annie consiguió entrevistarse con Rod varias veces, y alimentaba su soledad con la compañía de Rod y sus conversaciones sobre la revolución. Paul por su lado, con la banda había decidido volver a dar un concierto en vivo, el esperado retorno, el encuentro definitivo entre el pasado y el presente, entre la lucha y la paz, entre el silencio y el grito de libertad.

The Mukies había ya vendido la totalidad de las entradas al concierto a la semana que éstas se pusieron en venta. Aún así, nadie comentaba que asistiría. Toda la cuidad esperaba silenciosa que una guitarra quebrara la tranquilidad y volviera a agitar el aire ya estancamiento que se vivía nuevamente. Era como si el tiempo, por un gran instante, se hubiera detenido y sentado en una silla, a mirar un reloj que pasaba lentamente los días y horas antes del concierto.

Aún no se conocía su nuevo trabajo, no había sonado ninguna canción nueva en las radioemisoras, y aún así, las entradas estaban agotadas. Los integrantes del grupo sabían que debían en algún momento de la noche tocar esas viejas canciones de 10 años atrás, y también sabían que tipo de personas estarían esa noche en el concierto. Personas que como ellos habían madurado y crecido en un ambiente de lucha, y ahora de paz.

The Mukies se convirtió en un mito principalmente debido a que en sus años de ausencia durante la revolución, otras bandas mucho más radicales, hicieron covers de sus temas y los hicieron sonar una y otra vez. Cada una de esas bandas desapareció tan rápido como apareció, sin embargo, las canciones de The Mukies pasaba de banda en banda, de voz en voz, de persona en persona, como una forma de aliento e himno de lucha.

Paul nunca las escribió pensando siquiera que fuera a existir una revolución, pero ahora, diez años más tarde, nuevamente creía que algo más fuerte que él las hizo salir de su mano, palabra por palabra, línea por línea, canción por canción.

- ¿Quién es? – preguntó Paul antes de abrir la puerta.
- Soy yo, Annie – Sonó una voz un poco tímida desde afuera.

Paul abrió la puerta y se quedó un rato paralizado mirándola. A pesar de todo, seguía encandilándose con su belleza, siempre que la veía, era como ver estrellas, y cada vez que sus ojos miraban los de ella, perdía la noción del tiempo.

- ¿No me vas a invitar a pasar? – dijo Annie esta vez un poco más segura de sí.

- Claro, lo siento, pasa, te estaba esperando – Paul era esta vez quien estaba un poco inseguro.
- Paul, no empieces con esas cosas, sabes que me asustan – Annie no era tan creyente de lo espiritual como Paul, y prefería no tratar de explicarse ciertas cosas difíciles de entender.
- Lo siento, es que me acordé de ti esta tarde y supuse que… no es nada, no te preocupes. ¿Qué te trae por aquí? – Paul se quedó en silencio, Annie lo miró un momento y luego hizo un gesto para cambiar de tema.
- Escuché que vuelven a tocar en vivo el próximo mes, y te venía a felicitar por eso – Annie cruzaba una sonrisa por su cara con cierto aire a inocencia, típico de ella cuando quería ocultar algo más sobre sus intenciones reales.
- Gracias, es algo difícil, pero creemos que es el momento, desde ahora no hay marcha atrás,
- Suenas a condenado – dijo Annie riendo.

Paul sabía todo lo que encerraba la vuelta de The Mukies y lo que podría provocar si algunas de esas miles de personas no había madurado lo suficiente para entender que sus canciones ya no representaban lucha o rebelión.
- ¿y tú que has hecho en este tiempo? – preguntó Paul.
- He estado ocupada con mi investigación sobre la revolución, creo que estoy cerca de terminarla, además conocí a alguien que la vivió muy desde dentro que me ha aportado datos muy concretos sobre los episodios más importantes. Creo que con estos antecedentes ya podré publicar una primera parte, conseguí una revista que la publicará un extracto en unas dos semanas más.
- Eso es genial!
- Gracias, ya se que soy genial – Annie ahora definitivamente había recuperado su confianza y comenzaba lentamente a asumir su típica actitud de mujer que se sabe interesante y atractiva, y que tenía por delante a quien le interesaba.
- ¿Quieres algo de tomar? – Paul preguntó sabiendo en ese momento que no asistiría a la casa de Maurice. Aunque recordaba por que había acordado con Annie darse un tiempo, no podía resistirse al encanto de ella, sobre todo después de que había pasado un largo tiempo en que no se veían y ahora, ella con la mirada nuevamente lo paralizaba, lo hipnotizaba y hacía que su estómago se revolviera sin razón alguna. Él sabía que cuando Annie quería algo no había forma de resistirse a ello, y sabía también que ella no se resistiría a él.
A la mañana siguiente, una llamada de teléfono los despertó tempranamente.
- ¿Diga?… Maurice hola como estás… sí, sí… lo siento, surgió algo no previsto… ¿por qué lo dices? … ahh, siempre lo mismo, ok … sí, le avisaré, graicas …. Ok, nos vemos en el ensayo más tarde, adiós.
- ¿Qué pasó? – preguntó Annie, suponiendo que ella estaba involucrada.
- Era Maurice, que se encontró con tu padre y le preguntó si estabas conmigo, está buscándote desde anoche.
- Es hora de irme – dijo Annie.
Ambos se miraron por unos segundos como queriendo decir algo más, sin embargo el paso de los segundos en silencio sólo provocó una reacción de querer escapar de la situación. Annie se vistió rápidamente y entró al baño a arreglarse.
Paul se quedó mirando el techo de la habitación por un rato sin reaccionar. Pensaba siempre en lo mismo, en porque no podía decir ciertas cosas con la fluidez con la que escribía. Quería decir algo más a Annie, pero se sentía un poco incomodo por la situación, si bien es cierto eran felices cuando estaban juntos como la noche anterior, también sabía que aún habían temas pendientes que debían al menos conversar. Paul hubiera preferido que Annie hubiese roto el silencio en ese momento, pero tampoco lo hizo y eso lo había frenado un poco.

- ¿A dónde vas? – Preguntó finalmente Paul.
- Voy a ver a Rod, él es la persona que te comenté que me está entregando antecedentes sobre la revolución. - Annie gritó desde el baño.
- ¿Quieres que te lleve?
- Bueno, si quieres – Annie sonaba tan fría como las últimas veces que estuvo con Paul antes de que se separaran.

Cuando llegaron a las afueras de la oficina de Rod, este llegaba en el mismo instante.

- Rod! – Gritó Annie.
- Hola Annie – dijo Rod con voz ronca como de resaca.
- Rod, te presento a Paul, el guitarrista de The Mukies
- Un gusto en conocerte – dijo Rod sin mostrar impresión alguna.
- Igualmente, supe que estás ayudando a Annie con su investigación – dijo Paul mostrando cierto interés por la respuesta que daría Rod.
- Sólo estoy contando una vieja historia, que preferiría olvidar.
- Supongo entonces que no apruebas que volvamos a tocar – dijo Paul como tratando de buscar un punto de discordia entre ellos.
- No creo que sea el momento, pero de todas formas iré al concierto – dijo Rod mirando fijamente a los ojos a Paul, como si pudiera con su mirada hacer entender su sentimiento respecto a la revolución y a las canciones de The Mukies.
- Genial! Entonces iré contigo… si no te molesta claro – dijo Annie a Rod
- No hay problema – dijo Rod pensando hacia si mismo, siempre y cuando no te tenga que salvar otra vez.
- Bien entonces, los dejo, un gusto en conocerte Rod, por favor cuida bien a Annie mientras no estoy – Paul intentó dejar claro a Rod que no había espacio para nadie más entre el y Annie.
- Será un gusto, te espero arriba Annie – Dijo Rod y se despidió.
Annie miró a Paul un rato como pidiendo una explicación, pero antes de decir nada se contuvo, se despidió de él con un beso tranquilizador y subió a seguir con su trabajo.

Mientras Paul iba hacia el ensayo, no podía dejar de pensar en Rod. Su rostro, su forma de hablar y su apatía le eran muy familiares, sin embargo no lograba encajarlo en episodio alguno de su vida. A lo mejor sólo eran celos, pero Paul siempre caía en pensamientos con explicaciones más allá de lo normal y lógico, sobre todo en situaciones como esta donde algo le hacía pensar que no se habían conocido porque sí, si no que por alguna razón que sólo el tiempo les iba a revelar, tanto a él como a Rod.

No hay comentarios.: